Aprendiz de...

"... Y así fue: muchos años guardaron el templo hasta que, gastados por el tiempo, Baucis vio a Filmón cubrirse de follajes y Filemón vio como el follaje cubría a Baucis. Juntos dijeron: Adios, esposo; y la corteza ocultó sus bocas. Filemón y Baucis se convirtieron en dos árboles: una encima y un tilo. No vencieron al tiempo, se abandonaron a su curso y así lo transformaron y se transformaron".

Octavio Paz, La Llama doble: Amor y erotismo. 1993.


Aprendiz a lo largo de la vida.





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martes, 12 de agosto de 2014

Competencias laborales en equipos de trabajo: Una oportunidad para los sistemas de gestión de personas por competencias.

Por Oscar Prudencio Pol


Históricamente, la gestión por competencias[1] en las organizaciones se ha enfocado a las y los trabajadores como individuos. Por esta razón se diseñan instrumentos orientados exclusivamente a nivel individual.

Actualmente, como parte de las necesidades del mundo del trabajo, cada vez son más necesarios -el diseño de- instrumentos que apoyen el trabajo en equipo en las organizaciones y que éstos sirvan no sólo para mantener o elevar la productividad, sino también para responder a otras exigencias como la calidad de ciertos procesos, productos o servicios y/o, para la gestión del riesgo en organizaciones privadas, públicas o sociales.

Para hacer una distinción de esta oportunidad, consideremos dos escenarios:

Escenario 1: El trabajo en equipo, presente en la cultura organizacional, pero huérfana de instrumentos de gestión.

Existen procesos y funciones productivas que requieren la coordinación de -competencias de- dos o más personas para el logro de los resultados esperados. En este sentido, las organizaciones que gozan de una cultura de trabajo en equipo, cuentan con instrumentos de apoyo al desarrollo y evaluación individual, pero quedan en deuda cuando se trata de equipos de trabajo, que no sea la competencia conductual de “trabajo en equipo”, que normalmente se mide de forma subjetiva, a través de entrevistas. Es decir, los logros de los equipos de trabajo se gestionan[2] a nivel individual y al final, permanece la persona sola, cuando en realidad, los resultados de su trabajo no hubieran sido los mismos sin su/s equipo/s de trabajo. Por tanto, en la Evaluación del Desempeño (resultados + competencias) se obtienen resultados individuales que invisibilizan aquellos producto del trabajo en equipo.

Escenario 2: El trabajo en equipo en organizaciones que aprenden.

Las organizaciones inteligentes[3] que cuentan con procesos y/o funciones de responsabilidad compartida, cuentan con instrumentos de apoyo al desarrollo de la persona (planes de desarrollo, diccionario de competencias, estándares e instrumentos de evaluación por competencias, etc.) pero también desarrollan tecnologías propias que permiten estandarizar, evaluar y certificar a equipos de trabajo, responsables de procesos y funciones productivas críticas para el logro del propósito principal de la organización.

Fortalecer el trabajo en equipo, como competencia organizacional[4], es posible gracias a los formidables retos que se enfrentan día a día en ámbitos como el aseguramiento de la calidad de procesos como la gestión integral del riesgo. Es decir, es la propia realidad de cada organización, la que abre oportunidades para contar con nuevos instrumentos que permitan atender el desarrollo profesional de las personas y al mismo tiempo responder a la necesidades en ámbitos regulatorios o procedimentales.

Es sorprendente cómo, contar con este tipo de instrumentos, también puede desarrollar ventajas competitivas en empresas como las de seguros, particularmente en aquellas que cuentan con registros de haber demostrado al menos 4 competencias por cargo (HayGroup, 2011).

Ventajas de estandarizar y evaluar competencias de trabajo en equipo.

La corresponsabilidad[5] está en el centro de las competencias vinculadas al trabajo en equipo. En este sentido, es posible diseñar estándares e instrumentos de evaluación capaces de registrar competencias integradas por funciones de responsabilidad individual, junto a funciones de responsabilidad compartida, teniendo en cuenta que en la evaluación de las competencias, habrá evidencias[6] que distingan los logros individuales de aquellos de responsabilidad compartida; de forma que al término de la evaluación, se cuente con evidencias suficientes y necesarias para emitir juicios de competencias transparentes y objetivos al equipo de trabajo, transcendiendo el paradigma de la evaluación individual.

Otra de las ventajas que pueden obtener ciertas organizaciones inteligentes, con el diseño de este tipo de instrumentos, es la reducción de las observaciones de auditoría en la gestión y prevención integral del riesgo. Esta condición puede evitar, además, posibles sanciones económicas de parte de organismos reguladores.

No existen límites en el diseño de sistemas de gestión de personas por competencias, siempre que prime la responsabilidad y sostenibilidad de personas y acciones, respectivamente.

La experiencia en las organizaciones inteligentes, puede ser fuente para madurar los marcos nacionales de cualificación, cuya mejora continua debe nutrirse de los sectores socio-productivos, donde trabajamos y aprendemos las personas, la mayor parte de la vida.





[1] El término “gestión de personas” incluye otros como gestión de capital humano (GCH), gestión de talento humano (GTH) y gestión de recursos humanos (GRH).
[2] Es común encontrar en los diccionarios de competencias el “trabajo de/en equipo” como una competencia a calificar. Sin embargo, ésta califica a la persona que integra el equipo y no al equipo en sí.
[3] De acuerdo con P. Sengue las organizaciones inteligentes son organizaciones que aprenden, es decir que crean conocimiento y los sistematiza para la mejora continua.
[4] El trabajo en equipo es una competencia organizacional, en tanto la cultura organizacional haga sostenible en el tiempo, que los equipos de trabajo ofrezcan resultados mayores a los que se podrían alcanzar individualmente.
[5] Este término, en el marco de una organización inteligente, quiere decir que dos o más personas son responsables del logro de un objetivo o el cumplimiento de un procedimiento.
[6] Cuatro tipos de evidencias: Por desempeño, De producto, Conocimiento y Actitud).